Drew Manning, norteamericano y entrenador físico de profesión, tomó una decisión arriesgada e incomprendida por muchos.
Decidió cambiar totalmente sus hábitos alimenticios y estilo de vida para poder entender a sus clientes y alumnos. Subió mas de 15 kilos/30 libras en un plazo de un año, pero la pregunta del millón de dólares ¿Por qué haría eso?
La meta de Manning era tener un cuerpo normal para así demostrarle a todos, clientes y alumnos que era posible tener el cuerpo ‘perfecto’ con dedicación y esfuerzo. Lo que Drew no contaba es que este experimento se iba a volver en su contra.
“Quería comprender las dificultades de los clientes y alumnos para mantener el peso. Yo no entendía a mis clientes“, dice Manning.
En el primer mes de la dieta de engorde, Drew ganó más de diez libras/cinco kilos. Comió como un hombre desesperado. Veinte panqueques con mermelada por sentada, pasteles enteros cubiertos de crema. Los resultados los registraba semana a semana e iba publicando en Internet.
Su cuerpo sufrió una transformación importante, los músculos se escondieron, su vientre se pronunció. La salud de Drew se resintió “Yo empecé a roncar, me sentía sin energía, sin fuerza para subir las escaleras”, dice.
Drew fué supervisado por los médicos durante la dieta. Ellos encontraron que el hígado era el mismo que al de un alcohólico y Drew no estaba bebiendo, todo era a causa de la grasa.
La esposa de Drew, Lynn, también sufrió los efectos de este experimento, comenta como su marido había cambiado por completo, así como compartió su nefasto comportamiento mientas ella tenía sobrepeso “Él estaba tumbado en el sofá todo el día, con pereza, no me ayudaba con los niños. Ya no quería pasar el rato con nuestros amigos, era muy difícil”
La vida en pareja también les cambio: “Él no me dejaba siquiera verlo salir de la ducha, se arropaba en una toalla, y vivía avergonzado de su cuerpo. Yo para el había perdido todo atractivo“, dice ella.
Debido a este experimento, la esposa de Manning, asqueada por verlo comer de manera tan desproporcionada, se entusiasmó e inicio su cruzada en pro de la salud. Para ella no era su peso lo que la mortificaba, sino las repercusiones que este podrían tener en su calidad de vida y fue cuando la mesa dio una vuelta de 180 grados.
Como si fuera poco el cambio personal y que la pareja tuvo, Drew hace una revelación que deberían muchos entrenadores físicos y relacionados atender, tomar nota y poner en práctica…
“En mi proceso, me di cuenta que nunca ame verdaderamente mi cuerpo, amaba una imagen que me habían vendido por años como perfecta. Llegue a odiarme cuando tuve sobrepeso y eso es simplemente inaceptable. No hay razón por la cual debamos odiarnos”
Continua Manning diciendo: “Obsesionado por la perfección, me avergüenzo y reconozco que maltrate muchas veces a mis clientes y alumnos. Me burle de ellos, les exigía cosas que ni yo hubiera logrado, es inaceptable. Los entrenadores físicos nos hemos paulatinamente convertido en bullies y no debe ser”
En la actualidad Drew y Lynn Manning ya en pesos más razonables, están haciendo planes de cómo promover estilos de vida saludables sin obsesionarse con la perfección física inexistente, así como, sin maltratar a clientes y alumnos, cosa que lamentablemente se ha vuelto un factor común en todos los profesionales del fitness, en algunos casos más severos que en otros.
En Twitter: @BarretoLeyva
