ESPIRITUALIDAD AL DÍA
Crecimiento Personal
Por Teresa León
Una de las palabras que más se usan para hablar de Dios es “Luz”. A todo nivel, se evoca la luz de la sabiduría que disipa las tinieblas de la mente. El amor se hace rayos de colores que iluminan desde del corazón del Jesús de la misericordia. Alcanzar la iluminación es llegar al cielo. Dar a luz es traer un nuevo ser al planeta. El resplandor del sol es la vida misma.
En la mayoría de las corrientes espirituales figuran las velas y los fuegos como representación de lo elevado y ofrenda a la Divinidad.
USEMOS LA LUZ PARA ELEVARNOS:
Tomar sol unos pocos minutos al día, en especial en las mañanas, ayuda a conectarse con la energía que se necesita. Hacerlo con la conciencia de que esa luz es parte de la energía sagrada de Dios puede ayudar a conectarnos con él. Permita que el sol acaricie su frente y se pose en las palmas de sus manos.
Meditar en la luz ayuda a subir la vibración y entrar en estados cada vez más profundos de comunión con Dios. Imagine, sienta, cómo del corazón de Jesús, de Buda, o de su ángel, salen rayos de luz que entran en su frente y en su corazón.
Ilumine su cuerpo: Sienta amor en su corazón. Visualice cómo cada gota de sangre que pasa a través de él se convierte en luz. Imagine que todo su cuerpo irradia luz. El esplendor divino ahora ocupa todo el espacio de su conciencia.
Que el fulgor de la divinidad se instale en nuestras conciencias, y que contribuyamos a encender la alegría y la espiritualidad en todos los que nos rodean.
Una vela no pierde su luz al compartirla con otros. Somos parte de la luz divina.