#espiritualidadaldia
@teresaleon
A diario recibimos tantos estímulos de todo tipo que filtramos y prestamos atención sólo a la cantidad que podemos manejar.
Pero al filtrar lo que recibimos del exterior podemos estar adormeciendo demasiado nuestros sentidos y el asombro ante la belleza cotidiana de la vida.
Ejercitar la audición, por ejemplo, puede ayudarnos a ampliar nuestra conciencia y conexión con la Divinidad.
VOCES Y SILENCIOS
Preste atención a los ruidos que lo rodean. Extienda su audición escuchando los sonidos más lejanos: la ciudad, la gente, los autos, los grillos, o el viento, el aire mismo que se mueve a su alrededor.
Busque ahora los sonidos más cercanos, los dedos sobre las teclas… percíbalos como si tocaran su cuerpo.
Lleve su atención a cómo suena el aire al respirar, quizás oiga el latido de su corazón. Tal vez tenga como música de fondo el ritmo de los millones de células que están trabajando en este instante para mantener las funciones vitales de su organismo. Más adentro, en lo profundo de su ser, podría oír la voz de su intuición. Pero no la busque, no se distraiga de lo que está escuchando.
Entre un sonido y otro, hay un silencio; una pausa que se expande y lo traslada a su paz interior. Ahí está. Es allí donde seguramente empieza a escuchar las sonrisas de los ángeles y su propia expansión.
¿Qué color tiene ese silencio? ¿Qué textura le evoca? Esas sensaciones son parte de su riqueza como hijo de Dios.
