Desde que tengo memoria siempre recuerdo de mis padres oír que lo más valioso que uno tenía era su palabra, y que aunque no era algo tangible tenía más peso y repercusión que el documento con más sellos, firmas y “adornos” legales del mundo Mundial.
En este medio de luces, estrellas y estrellados lamentablemente se está haciendo muy común el toparse con gente que aquello de la palabra, ética y responsabilidad poco les importa al punto de hacer literalmente lo que les provoca y que sus esquemas –que para mi siguen siendo de espanto y brinco- repercutan en aquellos que si tenemos respeto por el trabajo y tiempo de los demás.
Cuando oigo gente que empieza con excusas, excusitas y excusotas me les rio con desparpajo en su cara porque mi nombre y proceder me lo permiten. Yo he hecho desfiles con tobillos fracturados, he resuelto verdaderas situaciones de locura –nuevamente por irresponsabilidad de otros- he trabajado con productores, maquilladores y fotógrafos de todas las especies habidas y por haber (literalmente hablando) pero siempre, siempre, siempre he sido cumplida, responsable, respetuosa, puntual y doy más de lo que la circunstancia me lo permite porque además de amar lo que hago se que lo que salga en cámara o en fotos es el producto final de todo ese esfuerzo y que con el profesionalismo con el que actúe así mismo seré respetada y considerada. O al menos eso quiero creer…
Lamentable muchas de las cosas que se están viendo en nuestro medio, cosas que el espectador común desconoce, se estén haciendo cotidianas, normales y hasta jocosas. La verdad en opinión muy personal no me está gustando, y con el perdón de los mediocres, pero que lo anormal se convierta en normal, no es normal. Ese no es el medio que yo conocí, ese medio que comí, respire y viví gracias a mi padre quien no solo me enseño lo que era ser y trabajar desde la excelencia, sino que me dio el infinito y maravilloso regalo de conocer como era aplicar la excelencia en este medio delante y detrás de cámara, gracias a sus vivencias con su mejor amigo, el añorado Renny Ottolina…mi tío Renny como siempre le llamo.
Como diría mi amiga Madeline Figueroa Jones, puedes ponerte súper modelo, súper fotógrafo, súper productor, mega famoso y todo lo que el papel aguante junto a tu nombre, pero que lo seas, esa es otra historia.
Aunque siga en “parideras”, pasando malos ratos y llevándome chascos grandes, yo seguiré apostando a la gente profesional del medio, a esa que si cumple su palabra, respeta el trabajo, tiempo y demás temas de quienes estamos delante de cámara, quiero seguir creyendo en la televisión y publicaciones con calidad delante y detrás de cámara cosa que se refleja en el producto final. Por si no nos hemos acordado, no solamente le debemos respeto al espectador, sino que debe comenzar por nosotros mismos como productores y generadores de ese contenido.
En Twitter: @barretoleyva
