Por Teresa León
Crecimiento Personal
Gran parte de la belleza de la vida está en el color. Cada tonalidad con la que se viste el amanecer, los árboles, los mares, y cada matiz en los alimentos nos nutre de distintas maneras.
Cada color tiene propiedades particulares. Podemos recibir sus beneficios a través de las prendas de vestir, en los alimentos, los ambientes, etc.
Los colores que vemos a simple vista son una manifestación de una energía que tiene frecuencias más elevadas. Esas energías más elevadas son rayos de luces de color que son parte de la esencia divina, y tienen propiedades específicas. Es lo que se conoce como rayos o llamas divinas.
Así como nos beneficiamos del color en sus formas más terrenas, nos podemos ayudar con sus frecuencias superiores, conectándonos con la visualización y la oración.
Rayo Azul: El arcángel de este rayo es Miguel. Visualiza su resplandeciente espada azul cortando lo negativo y vencido en tu vida. Siente cómo te envuelve su color para conectarte con la protección, la justicia divina, la fuerza y la fe.
Rayo Amarillo: La esencia de este rayo es la sabiduría e iluminación. Pídele al Arcángel Jofiel y a sus ángeles que te irradien en tu mente su luz dorada para aumentar en ti la comprensión elevada en cada situación.
Rayo Rosado: Invoca al dulce y potente Arcángel Chamuel para que irradie más amor en tu corazón, sane tus relaciones, aumente tu capacidad de aceptarte a ti y a los demás como verdaderos hijos de Dios.
En tu corazón tienes la chispa divina de estas tres esencias; visualízala, bendícela cada día con la intención de acercarte más a tu esencia divina.
Bendice la llama divina en el corazón de tus hijos, con respeto y amor, y estarás bendiciendo grandemente. Namasté.