Las áreas protegidas contribuyen a mitigar el cambio climático por su capacidad ecológica como sumideros de carbono, es decir, capturan el dióxido de carbono. Este gas en la atmósfera contribuye a aumentar el efecto invernadero bloqueándole la salida de la Tierra a los rayos del Sol.
En los árboles, el carbono supone en general alrededor del 20 por ciento de su peso. Además de los árboles mismos, el conjunto de la biomasa forestal también funciona como “sumidero de carbono”. Por ejemplo, la materia orgánica del suelo de los bosques -como el humus producido por la descomposición de la materia vegetal muerta- también actúan como depósito de carbono.
En consecuencia, los bosques almacenan enormes cantidades de carbono. En total, los bosques del planeta y sus suelos actualmente almacenan más de un billón de toneladas de carbono, el doble de la cantidad que flota libre en la atmósfera, según los estudios de la FAO.
La destrucción de los bosques, por otra parte, libera en la atmósfera unos seis mil millones de toneladas de dióxido de carbono al año, y para el equilibrio de este elemento, así como para la conservación del medio ambiente, es importante evitar que escape este carbono almacenado. !PROTEGELOS!