Por Andrés R. Rodríguez Investigador, profesor, consultor, periodista, escritor
El ser humano que solo es capaz de trabajar y producir con sus manos y apenas vislumbrar lo que sucederá el mes que viene, siente una gran admiración por el individuo que es capaz de trabajar con la cabeza y puede proyectarse 3, 6, 10 jugadas por delante. Pero es un sentimiento ambivalente, de amor-odio. A la vez lo envidia y lo cela, con frecuencia le pone traspiés, con frecuencia lo elimina. Porque sabe que en justa competencia el otro lo aventajaría siempre. Dice Marx que la humanidad es una eterna lucha de clases. En realidad, ha sido un constante aplastamiento del talento y del genio, por la masa inercial.
Cuando luego de la Ilustración (s XVIII) comenzaron a acumularse grandes cantidades de conocimientos en las mentes de algunos seres humanos, se destacó que algunos tenían una fuerte ventaja competitiva y cuando se unían en teamwork, eran muy creativos. Toda nuestra emergencia civilizatoria se la debemos a las pocas veces que los mas inteligentes han logrado reunirse, cooperar, y no ser arrasados por la mediocridad de las masas.
El fenómeno de la emergencia de Inglaterra como superpotencia en el siglo XVIII, se debió a que crearon un “contrato social” en que se permitía y facilitaba formar pequeñas elites creativas, el mejor ejemplo el de los Lunáticos de Birmingham. Alli se reunieron nada menos que Matthew Bolton y James Watt, desarrolladores de la primera máquina de vapor, y los abuelos maternos (Josiah Wedwood) y paterno de Darwin (Erasmus Darwin). Con seguridad, allí la máquina de vapor de Watt recibió un empujón. Y este fue el corazón de la industrialización.
Las humanidades en general son afirmaciones no demostradas de personas hábiles con la palabra. Al ser humanísticas, son intuitivas y subjetivas, no experimentales y científicas. Son puro aserto y teatro, algunos miligramos de ciencia. En especial las llamadas Ciencias Políticas y la Sociología, no son ciencias, pero al vestirse con la toga y el birrete, quieren ser científicas a como dé lugar. Y con tal de hacerse un espacio en el teatro social, mienten descaradamente.
La crisis mayor del saber humano hoy radica en las muy mal llamadas Ciencia Políticas, donde los “profesores” son políticos que alguna vez ejercieron el poder. Entonces mintieron, robaron, incumplieron mil promesas. Luego, les hacen profesores. ¿Qué es lo que vienen a enseñar estos “profes” ¿Fraude I Y II?, ¿Desfalco I, II, III? ¿Palabrería I y II?
La Academia, ha traicionado a Occidente. Entre otras cosas, porque en Humanidades acepta académicamente concepciones de dudosa certitud, pero que desmontan el cuerpo social que duramente hemos ido creando en el Proceso Civilizatorio. Entre estas el marxismo, el buenismo, el igualitarismo. Pero, además, el academicismo minimiza o silencia planteamientos alternativos, con su tendencia a lo pomposo y a crear exclusividad en el acceso a los micrófonos.
Ser bueno indiscriminadamente, es ser malo en los hechos. La bondad es algo que nos eleva y diferencia de lo zoológico. Pero tiene que ser una bondad selectiva, discriminadora entre el bueno y el malo. Si fuera no selectiva, pudiera implicar subir en el arca de Noe alguno que otro Tyranosaurus rex y tigre de dientes de sable. En los hechos es peor aún, abordarían nuestra embarcación “humanista” tantos monstruos antediluvianos, que a la postre la desestabilizarían y hundirían. S
El ser humano se diferencia de su histórica animalidad, cuando cuida del enfermo. Los animales se guían por patrones de comportamiento instintivos. El amor y el odio son comportamientos humanos.
Acerca de Andrés R. Rodríguez
Prof. Andrés R. Rodríguez Nacido en Santa Clara, Cuba. Biólogo, UH. Como investigador recibió 4 premios nacionales como joven científico y 2 de Divulgación Científica. Investigador, profesor, consultor, periodista, escritor o asesor .
COMPRE EL LIBRO Involución AQUÍ
Las opiniones expresadas en el artículo son responsabilidad del autor