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Embarazos mediáticos…

by Jennifer Barreto-Leyva

Cuando una figura pública anuncia su estado de buena esperanza para muchos expertos en moda, criticones de oficio, fashionistas, periodistas de farándula y hasta compañeros (as) de gremio se convierte en una especie de cuenta regresiva para saber el resultado de la pregunta del millón de dólares “¿Cómo va a quedar Fulana después de tener su bebé?”

No se habla de su salud, de la salud de la criatura, de lo maravilloso que esto representa para ella, de la bendición que es, sino que enseguida se especula de que dieta o tratamiento va a seguir la embarazadísima, si le va a resultar y si va a cumplir la meta esperada por el ojo público y su gremio: recuperar la figura exigida (en tiempos imposibles) por el medio para poder entrar y triunfar, es decir, delgada y con cirugías estéticas en combo si es posible.

Pobre de la mujer si le toca un red carpet en pleno embarazo y que se encomiende a todos los santos como la ocasión sea recién salida de cuentas porque las críticas a sus atuendos llegan a ser realmente despiadadas, crueles e inhumanas.

En una ocasión uno de estos llamados fashionistas estaba escandalizado porque como se le ocurría a la mujer con 8 ½ meses de embarazo en una premiación, con una panza que pesaba quizá más que ella misma, aparecerse con unas zapatillas. En ese momento desee por un instante que fuera él quien estuviera embarazado, para ver que sentía tener esa fiesta de hormonas, revolú de sentimientos, la presión de lucir bien y encima una criatura en tus entrañas percibiendo todo eso y ajena a toda la esquizofrenia que tenemos con la estética. Recientemente en los Oscars era escandaloso el morbo que la panza de Natalie Portman despertaba y quien sería el osado Diseñador que vestiría ese caso perdido, lo mismo con la pobre Penélope Cruz a quien todos querían ver tras haberse convertido solo par de semanas atrás en mamá y como había quedado, con el respectivo cotilleo del régimen insano que tuvo que hacer para lucir “medianamente bien” ante los ojos del gremio y sus co-habitantes.

Yo mientras veo tanta paranoia estética, inhumanidad e indolencia contra una persona que lo único que está haciendo es traer a una personita al Mundo, pienso en que una mujer preparó su cuerpo para engendrar, gestar y dar vida a una criaturita que es un regalo del Cielo; que ese cuerpo sufrió cambios naturales con respecto al proceso que vive y que según la Organización Mundial de la Salud, el cuerpo de una mujer, luego de un parto (suponiendo que fuera simple y sin complicaciones) tarda un promedio de dos años para volver a su funcionamiento ideal, al igual que perder ese peso que se haya podido adquirir durante esos 9 meses donde la vida se manifiesta en su máxima expresión.  Eso es lo que yo pienso…

Por más que trato de ponerme en los zapatos de mis compañeras me es difícil, porque no sé si toleraría con tanto estoicismo ese despliegue de veneno inexcusable, de paso, contra no una, sino dos personas inocentes.

Algo que ante mis ojos se hace aún más escandaloso es a las situaciones, procesos y tratamientos a los que se someten las nuevas mamás sin mayor reparo, desde no amamantar (porque horror ganar un par de kilos más o que los pechos se caigan) hasta literalmente matarse de hambre y mantenerse con solo una taza de consomé diario para llegar a la anhelada pero insana y absurda meta, con el único fin de complacer a los demás. ¿Pensarán ellas en algún momento que ahora se deben a esa vida que trajeron al Mundo y que su salud, estabilidad emocional y psicológica es la prioridad número uno y que todo lo demás es ahora secundario y hasta poco importante?

Seguiré viendo una mujer embarazada como un ser humano frágil que tuvo tanto amor en sí que decidió traer una vida al Mundo, sacrificando su cuerpo y su vida si fuera necesario, y a esos que están prestos siempre para volcar sus inseguridades en alguien tan vulnerable como una nueva mamá o embarazada seguiré deseándoles que aunque sea por un día vivan la realidad de una mujer en estado de buena esperanza para que aprendan a ser mas humanos y a darle el sentido a la vida que realmente merece.
Estética, diversidad, moda y humanidad sí pueden ir de la mano y quien diga lo contrario solamente está haciendo un despliegue esplendido de sus complejos y carencia de respeto e ignorancia.

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