Los bosques de los ecosistemas costeros conservan la biodiversidad y ayudan a proteger economías locales como la pesquería. Pero también son asombrosos almacenes de dióxido de carbono.
Protegiendo los bordes de muchas líneas costeras del mundo, en la confluencia entre el agua dulce de los ríos y el agua salada del mar, los bosques de manglares se erigen como barreras protectoras absorbiendo dióxido de carbono de la atmósfera a una tasa impresionante.
Para diferenciar su capacidad de almacenamiento de la que tienen otros bosques donde el carbono se absorbe por encima del suelo en árboles, a este carbono almacenado se le denomina CARBONO AZUL.
Aunque sólo representan el 0.7 % de los bosques del planeta. Estos ecosistemas tienen la capacidad de almacenar hasta 2.5 veces el CO2 que producimos al año en el mundo. El almacenamiento de carbono de los manglares podría calcularse a un costo nominal de entre $4 y $10 por tonelada de CO2.
Una clara muestra del valor económico de la conservación. Los servicios que prestan los ecosistemas son una fuente de ingresos y su conservación produce dinero.
