*Nota: No se encontró el autor original, publicamos una versión adaptada.
El abuelo era ya un anciano cuando murió su esposa. Durante largos años había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia. Su mayor deseo era ver a su hijo convertido en un hombre de bien, respetado por los demás, ya que para lograrlo dedicó su vida y su escasa fortuna. A los setenta años, el abuelo se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos. Esperaba que su hijo, ahora un exitoso profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que éste apareciera y decidió, por primera vez en su vida, pedirle un favor.
EL ABUELO FUE A VISITAR A SU HIJO DE SORPRESA
– ¡Hola, papá! Qué milagro verte por aquí…
– Hijo, ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo; además, estoy cansado y viejo.
– A nosotros nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que ésta es tu casa.
-Gracias, hijo. Sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo. ¿Te molestaría que me quedara a vivir con ustedes? ¡Me siento tan solo!
-¿Quedarte a vivir aquí? Si… claro… Pero no sé si estarías a gusto. Tu sabes, la casa es pequeña… mi esposa es muy especial… y luego los niños…
– Hijo, si te causo muchas molestias, olvídalo. No te preocupes por mí.
– No, papá, no es eso. Sólo que… no se me ocurre dónde podrías dormir. No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían… A no ser que no te moleste – dormir en el patio…
– Dormir en el patio, está bien hijo.
El hijo llamó a su hijo de doce años-
– Dime, papá-
– Mira, hijo, tu abuelo se quedará a vivir con nosotros. Trae una cobija para que se tape en la noche.
– Si papá, ¿Pero dónde va a dormir el abuelo?
– En el patio; no quiere incomodarnos por su culpa.
El niño subió a buscar la cobija, tomó las tijeras y la cortó en dos. En ese mismo momento llega su padre.
– ¿Qué haces? ¿Por qué cortas la cobija de tu abuelo?
– Sabes, papá, estaba pensando…
– ¿Pensando en qué hijo?
– En guardar la mitad de la frazada para cuando tú seas ya viejo y vayas a vivir a mi casa.
